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Viernes 22 de Agosto de 2025

Editorial UCEN lanzó «Ecos del bosque», un testimonio que desafía las narrativas de inclusión superficial

La obra de la doctora Carolina Becerra Sepúlveda combina memoria personal y reflexión crítica para cuestionar las estructuras que reproducen la exclusión.

La Editorial Universidad Central de Chile presentó el libro Ecos del bosque. Reflexiones desde la invisibilidad, de la académica Carolina Becerra Sepúlveda, en un acto que se convirtió en un llamado a repensar la discapacidad desde la justicia y la dignidad, más allá de los discursos de resiliencia o superación personal. «No escribí este libro para complacer, lo escribí para incomodar», expresó la autora durante la ceremonia realizada el miércoles 20 de agosto en el Auditorio Carlos Blin del edificio Vicente Kovacevic II.

La actividad contó con la presencia de autoridades de la Universidad Central de Chile (UCEN) y de la Facultad de Educación (FED), encabezadas por el presidente de la Honorable Junta Directiva (HJD), doctor Patricio Silva Rojas, quien entregó el discurso de cierre. Lo acompañaron los directores Marco Moreno Pérez y Emilio Torres Rojas. Estuvieron presentes también la decana de la FED, Andrea Figueroa Vargas, y el director de la carrera de Pedagogía en Educación Diferencial, Emilio Rodríguez Macayo, quien participó de la presentación. Asimismo, asistieron el director editorial, José García Oyadenel, y miembros del Comité Editorial de la UCEN, junto a académicos, estudiantes, representantes de la comunidad sorda, además de amigos y familiares de la autora.

Una obra que interpela a la institución y la academia

Durante su intervención, el director Emilio Rodríguez afirmó que la publicación «representa un hito muy importante para la Universidad, porque muestra cómo desde nuestra propia comunidad académica surgen relatos que trascienden la docencia y se convierten en aportes sociales y culturales». Subrayó que Ecos del bosque «fortalece el desafío de nuestra comunidad universitaria con una inclusión que sea genuina, no cosmética ni asistencialista».

El directivo destacó además el valor académico del texto: «Aunque se presenta como una obra memorial, considero que posee un enorme valor académico (…) reivindica el derecho de las personas con discapacidad de ser protagonistas de su propia narrativa, apropiándose de la consigna nada de nosotros sin nosotros».

Finalmente, entregó un reconocimiento personal a la autora: «Ecos del bosque no solo es un libro, para mí es una voz que se abre paso en medio del silencio y la invisibilización. Nos recuerda que la inclusión no se decreta, sino que se construye con valentía, con diálogo y con reconocimiento de las identidades diversas».

Desde Estados Unidos, el profesor emérito Lennard J. Davis, de la University of Illinois Chicago, valoró el texto por su capacidad de unir lo académico, lo emocional y lo político. «No es solamente un libro para los sordos, sino para todos quienes tengan que interactuar con ellos», señaló. Añadió que la obra «captura tanto el problema intelectual como el emocional, y nos introduce en un mundo complejo, no sencillo, pero fundamental para comprender también el sentido político de la discapacidad».

Más adelante, el académico Michael Molina Venegas, de la Universidad Arturo Prat, compartió una mirada personal y profesional: «Carolina es una mujer inteligentísima y sobre todo una mujer que se ha hecho su propio espacio». Explicó que el libro «no es de autoayuda, es una realidad dura, descarnada», y relató que la lectura le permitió comprender nuevas dimensiones de su colega y amiga: «Me encontré con un espacio donde entendí por qué Carolina es así: una mujer muy cálida, pero también muy de armas a tomar y de tener claras las convicciones». Concluyó destacando su valor pedagógico: «Este libro es para un público diverso (…) va a formar parte de las referencias que voy a utilizar en mis clases, porque ayuda a socializar y concientizar acerca de lo que es la discapacidad y el mundo que la rodea».

La voz de la autora y la comunidad

Carolina Becerra Sepúlveda es educadora diferencial, magíster en Psicología Educacional y doctora en Educación. Sorda desde los tres años a raíz de una negligencia médica, ha desarrollado su trayectoria académica en torno a la discapacidad, la justicia educativa y la inclusión. Actualmente coordina el Programa Universitario de Formación Sociolaboral para Personas en Situación de Discapacidad Intelectual y del Desarrollo (Prufodis) en la FED.

En un discurso marcado por la emoción y la crítica, agradeció a sus hijos, a su compañero de vida y a sus padres, reivindicando la corresponsabilidad y la diferencia como actos de resistencia. «Honrar a quienes vinieron antes y abrir caminos a quienes vienen después es más importante que mi pudor», afirmó al explicar por qué decidió publicar su historia. Añadió: «Cocinar, criar y acompañar no quita masculinidad, quita excusas, se llama corresponsabilidad».

Respecto del sentido de la obra, enfatizó: «Durante años creí que debía narrar mi historia con la música de fondo de la resiliencia (…) pero ya no. No escribí este libro desde la cima, sino desde la fisura». Definió su publicación como «una grieta» y «un acto de desobediencia»: «Este libro no nació gracias al sistema, sino a pesar de él. No escribí para complacer, escribí para incomodar».

Cerró con una invitación a la lectura: «Léanlo como se camina por un bosque: con respeto, con pausa, con atención al silencio y, sobre todo, sin anestesia. En el bosque aprendí que la sombra también es fértil».

En un momento espontáneo, la amiga de la autora y también mujer sorda, Paola Castillo, tomó la palabra a través de la interpretación de Andrea Rabí, quien estuvo realizando la traducción en lengua de señas chilena durante toda la ceremonia. «Las personas sordas luchan contra barreras que no son fáciles a lo largo de la vida», expresó. Añadió que muchas veces la discapacidad no es visible, lo que profundiza la exclusión, y destacó la importancia de promover el aprendizaje de la lengua de señas «para ayudar a las comunidades y romper las barreras de comunicación».

El presidente de la HJD, Patricio Silva Rojas, cerró la ceremonia destacando que la universidad es un espacio para ejercer la libertad y la participación. «La universidad es un espacio adecuado para que nos derrumben, para que no sea solo un espacio de buenas palabras, sino un espacio donde se puede decir todo con respeto», afirmó. Subrayó que esos principios, presentes también en el libro, son pilares para construir bienestar y sentido comunitario.

Visiblemente conmovido, resaltó los agradecimientos de la autora a sus abuelos maternos: «Quienes somos abuelos sabemos que ahí hay probablemente una riqueza de interactuar extraordinaria», dijo, valorando ese gesto como un reconocimiento profundo a los vínculos familiares que sostienen las trayectorias de vida.

Desde su propia experiencia como médico, recordó al doctor Jorge Otte Gabler y a su hijo, fundadores de una de las primeras escuelas de sordos en Santiago, con quienes trabajó en sus años de formación: «Siempre vi en ellos esa pasión por cooperar en mejorar la calidad de vida de las personas sordas».

Finalmente, puso en relieve la importancia de la Editorial UCEN como herramienta para difundir el pensamiento crítico de la comunidad académica. «No era posible que una universidad con 42 años no tuviera una editorial. Hoy llevamos diez libros en poco tiempo, y eso es una señal del compromiso con el conocimiento», afirmó.

El lanzamiento de Ecos del bosque. Reflexiones desde la invisibilidad dejó en claro que la inclusión no puede limitarse a discursos declarativos, sino que requiere transformar estructuras, escuchar las voces que han sido históricamente silenciadas y reconocer la diferencia como fuente de dignidad y justicia. Como expresó la autora, «en el bosque aprendí que la sombra también es fértil».